jueves, 26 de junio de 2014

Adiós a la escritora con mirada de niña

Ana María Matute, una de las grandes autoras de la posguerra, murió ayer en Barcelona, su ciudad natal, cuando le faltaba un mes para cumplir los 89 años. Académica y premio Cervantes, la escritora se va dejando una novela terminada e inédita. Candidata varias veces al Nobel, Matute nunca abandonó la mirada de niña, pese a que le tocó vivir tiempos de desamparo. Aunque recreó como nadie las desventuras de los desheredados por la fortuna, nunca perdió el halo de hada buena. Siempre en contra de la opinión general, reivindicaba el título de hechicera, si bien era una mujer bondadosa que a los ochenta años seguía llorando al terminar de leer las peripecias de Peter Pan.

La Guerra Civil, la desolación como sustrato moral de la posguerra, la memoria de la infancia como pérdida irreparable de la inocencia y el infortunio dominante en una sociedad en la que los más débiles perecen ante el desprecio de los poderosos constituyen el trasfondo temático de su obra narrativa. A esta mujer despistada y elegante, de una melena blanquísima y cara de niña asustada le mordieron duro las enfermedades, la depresión y las penurias económicas. Su padre tenía una fábrica de paraguas y fue instruida para ser una chica bien de la burguesía catalana.

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